martes, 9 de marzo de 2010

MENSAJE DEL PADRE LAURENCE POR EL TERREMOTO EN CHILE

De María Rosa, Chile Coordinadora Nacional, Concepción, Chile
Desde Facebook:

“Para la WCCM – Por favor oren por nosotros. Esta es la única y más grande ayuda que pueden proporcionarnos. Por favor oren para poner fin a esta locura.”

“Esto es un caos total – las personas tienen armas y cuando obscurece las casas son saqueadas. La noche de ayer nuestros vecinos nos defendieron… y defendieron nuestro hogar, esto es horrible, no hay electricidad, no hay agua ni comida”.

“Por favor oren, durante la noche nosotros debemos supervisar las calles para que los saqueadores no entren en nuestras casas. Esto es aún peor que el terremoto o el tsunami – ha sido terrible. Dependiendo de lo que pase el día de hoy y si puedo arreglármelas para conseguir gasolina iré a Santiago con los niños”.

“Gracias, MUCHAS GRACIAS, Yo he estado aquí sólo porque puedo sentir que “Estamos todos Unidos”, en la oración. ¡Los amo!”
Del Padre Laurence: Nota Marzo 1, 2010
2010-03-02, Chile

“Necesitamos oraciones – y más soldados!”. La mayoría de nosotros nunca experimentaremos una situación de colapso de la infraestructura social como esta que nos haga gritar desde Facebook; nuestro último y único medio de comunicación con el mundo exterior. Un mundo que de repente se convierte en algo exteriormente aterrador que nos encierra y aisla en una tragedia-.

Todos sabemos, pero conscientemente preferimos olvidar, que la vida descansa permanentemente en el filo de la navaja. En unos momentos nuestro completo sentido de seguridad, la administración de sistemas y planes para la vida, pueden evaporarse y en lugar de pensar sobre como nos vestiremos para una cita dental y las entrevistas de mañana nos encontramos nosotros mismos mirando mareadamente en un abismo. Tomó 120 segundos para que esto sucediera a la gente de Chile mientras las placas tectónicas gemían y se movían para producir el terremoto más grande del mundo y repentinamente
después golpean la costa los tsunamis con olas de 10 metros.

Tan pronto como escuché las noticias traté de contactar a María Rosa ,nuestra coordinadora nacional que vive en Concepción, Chile; la segunda ciudad más larga y cercana al epicentro. Solo hoy ella pudo enviar un mensaje por Facebook que, como juego repugnante parece apropiadamente describirse como terrífico.

“Esto es un caos total – las personas tienen armas y cuando obscurece las casas son saqueadas. La noche de ayer nuestros vecinos nos defendieron… y defendieron nuestro hogar, esto es horrible, no hay electricidad, no hay agua ni comida. Por favor recen, durante la noche nosotros debemos supervisar las calles para que los saqueadores no entren en nuestras casas. Esto es aún peor que el terremoto o el tsunami – ha sido terrible. Dependiendo de lo que pase el día de hoy y si puedo arreglármelas para conseguir gasolina iré a Santiago con los niños.”

Lo único peor que parece ser en un evento natural de estas proporciones es la ruptura de las normas humanas de la sociedad que lo hacen digno de ser llamado civilización. ¿Con qué facilidad se asume que la civilización se ha alcanzado? Sin embargo, con qué facilidad podemos llegar a aburrirnos o a perder los temores que se suscitan montados en un instinto de supervivencia. Lo que aterra aún más a la pérdida de la vida o la integridad física es la visión repentina de personas que ayer pasaban confortablemente en la calle están consumidos hoy en día por la violencia y la crueldad que no es suya y que los
hace parecer extraños, no sólo a nosotros, sino a ellos mismos. La rabia por la supervivencia parece levantarse de un pre-oculta hambre humana de la vida a cualquier costo, un hambre tan profunda como el mismo abismo. El abismo no puede ser culpado de nada fuera de él. Está dentro de nosotros mismos. El instinto de supervivencia puede ahogar nuestra capacidad de entrega y de compasión y someter todas las relaciones sociales y las necesidades de los
demás a las de uno mismo.

Pero nuestra respuesta a los desastres es impredecible. Cuando, hace algunos años, la fuente de electricidad se estrelló durante varios días en pleno invierno, en Quebec y en partes de la costa, el gobierno canadiense envió tropas y llamó a las reservas. Se esperaba caos social, pero nunca llegó. En Montreal, supe de los jefes de familia que formaron comunidades en la calle compartiendo sus provisiones y teniendo especial cuidado de los ancianos y de los enfermos. Los soldados se sentaron a esperar un desastre que la humanidad común advirtió. No es, por supuesto, que los canadienses sean mejores que los chilenos, y estoy seguro que oiremos hablar de actos heroicos y abnegados que compensarán con creces a los saqueadores y a los vándalos en Concepción. El punto no es una tabla de la liga nacional de la virtud. Sabemos de los doce años de la barbarie nazi, de los bombardeos de los Aliados de Dresden o, unas décadas más tarde, de los tres años de asedio
de Sarajevo y Srebrenica, que el abismo se puede abrir en cualquier lugar, tan impredecible como las catástrofes naturales que tanto nos aterran. Esta aleatoriedad humana sólo hace que el filo de la navaja parezca más nítido.

"Gracias", María Rosa escribió antes de que su batería se terminara. “Yo he estado aquí sólo porque puedo sentir que“Estamos todos Unidos”, en la oración. ¡Los amo!”. La Oración para algunos puede parecer meramente un soporte psicológico o un par de muletas, cuando la crisis ha acabado con toda la seguridad. Pero para otros es una fuerza real. No es magia que pueda
reajustar las placas de la tierra o revertir el tsunami. Simplemente, una conciencia, impregnada por la fe, la "visión de las cosas invisibles". Esta toma de conciencia a menudo se vuelve más fuerte en tiempos de crisis que en los días en que vivimos la seguridad de nuestra rutina y de nuestra complejidad y tensiones mundanas. La oración significa conocimiento. En el peor de los tiempos podemos saber que, a pesar del terror por el aislamiento, pertenecemos a un orden divino que el más profundo abismo no se puede tragar. A partir de este conocimiento la palabra "amor" surge de forma inesperada. Expresa algo que no podemos encontrar en una mejor palabra y la cuál está ahora cargada de un sentido que cambia el significado de todo lo
demás.

1 comentario:

  1. Qué decir!! Poco y nada el P Freeman traduce en palabras el sentimiento de quienes conocemos a María Rosa y que nos unimos al pueblo chileno con el alma y la solidaridad a flor de pie. y por sobre todo con la oración.
    Es verdad María Rosa muchos estuvimos unidos a tí, a tus seres queridos, a tu pueblo con el arma inquebrantable que es la oración, unidos todos en el Señor.
    Aún no pude conectarme con vos, pero te recuerdo siempre... y, te abrazo acortando distancias!
    Tita Fernandez
    Tu compañera de habitación en el Retiro 2009

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